La sombra del proyecto minero Tía María vuelve a extenderse sobre el valle de Tambo, en Arequipa. El anuncio de su reactivación ha reavivado las tensiones y la desconfianza entre la población local y la empresa Southern Copper Corporation. Los opositores al proyecto alzan sus voces una vez más, denunciando la falta de diálogo genuino, la violación de sus derechos y los potenciales impactos ambientales y sociales que la minería a gran escala podría acarrear.
Las cicatrices de las protestas del 2011 aún no han sanado.
La violenta represión policial que dejó dos jóvenes muertos y decenas de heridos sigue presente en la memoria colectiva. La desconfianza hacia las autoridades y la empresa se ha profundizado, y la sensación de que sus voces no son escuchadas ha crecido.
La principal preocupación es el impacto que la actividad minera tendría sobre el agua, recurso vital para la agricultura en la zona. Los estudios realizados por expertos independientes han alertado sobre los riesgos de contaminación y agotamiento del agua subterránea, lo que afectaría gravemente la agricultura y la vida de las comunidades locales. A las preocupaciones ambientales se suman las sociales. La consulta previa realizada por la empresa ha sido cuestionada por su falta de transparencia y participación real de la población. Las comunidades indígenas y campesinas sienten que no se ha tomado en cuenta su cosmovisión, sus tradiciones y su forma de vida.
La reactivación de Tía María no solo amenaza el medio ambiente y la vida de las comunidades del valle de Tambo, sino que también pone en riesgo la paz social en la región. La tensión y el descontento social son palpables, y la posibilidad de nuevos enfrentamientos entre la población y las fuerzas del orden es latente.
Es urgente que el gobierno y la empresa Southern Copper Corporation replanteen su estrategia. El diálogo genuino y transparente con las comunidades locales debe ser la base para cualquier proyecto de desarrollo. La imposición y el uso de la fuerza solo profundizarán las divisiones y generarán más violencia.
El futuro del valle de Tambo no puede depender de la explotación minera a gran escala. Es necesario buscar alternativas de desarrollo que sean sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, la cultura y las tradiciones de las comunidades locales. La voz del pueblo debe ser escuchada y tomada en cuenta para construir un futuro digno y próspero para todos.
Tía María no es solo un proyecto minero, es una herida abierta en el corazón de Islay. Es hora de sanar esa herida y construir un futuro basado en el diálogo, el respeto y la búsqueda del bien común.